Época: Arte Antiguo de España
Inicio: Año 25 A. C.
Fin: Año 350

Antecedente:
Las ciudades hispanorromanas
Siguientes:
Monumentos urbanos en tiempos de Augusto
De Claudio a Adriano
El Bajo Imperio

(C) José Luis Jiménez Salvador



Comentario

El Principado de Augusto trajo consigo un sinnúmero de transformaciones que afectaron a todos los estamentos del Imperio. La Península Ibérica no permaneció ajena a estos cambios y así nadie discute que la época augústea abrió una nueva etapa en el proceso de urbanización y monumentalización de la Península, si bien es justo reconocer que, en buena medida, Augusto continuó con la planificación iniciada por César y, además, contó con la inestimable colaboración de M. Vipsanio Agripa, que ya había desarrollado una amplia labor organizadora en la Galia, con especial incidencia en la configuración urbana. A él se atribuye la creación de la infraestructura necesaria para la vertebración -militar, política, económica y administrativa- de la zona Noroeste, recién conquistada, con la creación de ciudades como Asturica Augusta (Astorga), Lucus Augusti (Lugo) o Bracara Augusta (Braga) y, asimismo, debió participar muy directamente en la reorganización administrativa general de la Península en virtud de la cual la antigua provincia Ulterior quedó dividida en dos circunscripciones distintas con el río Guadiana como límite común de ambas: al Sur del río la Baetica y al Norte la Lusitania, operación tradicionalmente fechada en la célebre reunión del Senado del año 27 a. C. y que recientes investigaciones se inclinan a trasladarla a un momento posterior a la definitiva pacificación de Hispania, entre el 16 y el 13 a. C., coincidiendo con la segunda presencia de Augusto en suelo peninsular. Quizás intervino Agripa directamente en la fundación de Caesaraugusta (Zaragoza) y nadie duda de la importancia de su actuación en Augusta Emerita (Mérida), la capital de la Lusitania.Ya fuera el propio Augusto o bien sus más directos colaboradores, lo cierto es que su labor de ordenamiento político-administrativo se articuló en una doble vertiente, por una parte la continuación del programa de desarrollo jurídico de las ciudades y, por otra, la fundación de nuevos núcleos de población, no sólo en los territorios recién conquistados, sino también como apoyo del plan de reorganización administrativa general de la Península. En cualquier caso, y con independencia de cada tipo de actuación, la consecuencia más inmediata fue la ampliación monumental de las ciudades que fueron equipadas con nuevos conjuntos arquitectónicos en perfecta consonancia con el rango detentado por cada una de ellas y en los que la influencia comenzada a ejercer por el fenómeno del culto al emperador fue cobrando una importancia cada vez más creciente. Por tanto, monumentalización y culto imperial son dos conceptos básicos para entender el desarrollo de la arquitectura en las ciudades en los albores del Principado y no solamente en las colonias ex novo como Augusta Emerita o Caesaraugusta, sino también en núcleos urbanos, exponentes de comunidades de población indígena, como Bilbilis (Zaragoza), Segóbriga (Cuenca) o Conimbriga (Condeixa-a-Velha, Portugal). Las dificultades impuestas por al accidentado relieve tan característico en extensas zonas de la geografía peninsular, lejos de representar un obstáculo insalvable, fueron solventadas mediante la adopción del sistema de construcción en terrazas, dotado de una amplia tradición en toda el área mediterránea, con planteamientos de tipo escenográfico y de gran espectacularidad, como el conjunto constituido por el foro y teatro en Bilbilis y Saguntum, el santuario en terrazas de Munigua (Sevilla) o el impresionante ninfeo de Valeria (Cuenca), concebido como una gran fachada arquitectónica.